No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú." Isaías 43:1
Este versículo es un recordatorio profundo del amor personal y redentor de Dios. Él no solo nos conoce, sino que nos llama por nombre. No somos un número ni un rostro más: somos suyos. En medio del temor, la incertidumbre o la soledad, esta verdad nos sostiene: pertenecemos al Dios que nos rescató y que vela por nosotros. Su amor es nuestra identidad y seguridad. No hay nada más poderoso que saber que le pertenecemos al Creador.