Cuando los problemas nos amedrentan y no logramos ver una salida clara debemos de permanecer de rodillas, pero delante de Dios, porque solo Él es grande y majestuoso.
Un adorador no puede doblar sus rodillas delante de los problemas porque esto sería una señal de que se está rindiendo delante de la majestad de ellos.
Tu enfoque no es el correcto si los problemas logran que tus rodillas se doblen para adorar a Dios. A Dios se le adora en todo tiempo, no solo cuando estamos enfrentando un reto; a Dios se le adora por su bondad, por su misericordia, por su favor. Los problemas no pueden dirigir nuestra rendición a Dios.
Cuando entramos en Su Presencia en adoración y nos vemos rodeados de su grandeza, los problemas desaparecen, porque toda nuestra atención está colocada en Él.
Los problemas no me gobiernan ni dirigen mi destino. Así es como los guerreros adoradores luchan sus batallas. Rendidos, postrados y ardiendo por Dios! 🔥🔥🔥