Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 2:1
Este texto bíblico nos exhorta a ofrecer nuestros cuerpos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, como acto de adoración. En lugar de ver el sacrificio como pérdida, Pablo nos invita a reconocer que nuestra vida entera —nuestras acciones, pensamientos y decisiones— puede ser una ofrenda para Dios. Al entregar nuestra voluntad y deseos, nos abrimos a una transformación espiritual que refleja el amor y la gracia de Dios. Es una invitación a vivir con propósito y devoción, encontrando sentido en el servicio y en el compromiso de seguir su voluntad.