En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 1 Juan 4:9.
El amor de Dios no es teoría, es acción. Él no se limitó a decir que nos ama, sino que lo demostró entregando lo más precioso: a su Hijo. Jesús vino no solo para salvarnos, sino para darnos vida verdadera, una vida plena en comunión con el Padre. Este versículo nos recuerda que el amor divino es generoso, sacrificial y transformador. Vivamos cada día como respuesta a ese amor incomparable.
