Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:10.
Este versículo nos invita a reflexionar sobre la paradoja de la fortaleza en la debilidad. Pablo nos recuerda que, al reconocer y aceptar nuestras limitaciones y dificultades, permitimos que la gracia y la fuerza de Dios se manifiesten en nosotros. No es en nuestros propios esfuerzos que encontramos poder, sino en nuestra dependencia de Cristo, quien nos fortalece en medio de las pruebas. Así, lo que el mundo ve como debilidad, en la fe se convierte en una fuente de fortaleza, pues nos impulsa a acercarnos más a Dios y a confiar plenamente en su amor y su propósito para nuestra vida.