Miqueas 5:2. profetiza sobre el nacimiento del Mesías en Belén, una pequeña aldea insignificante según los estándares humanos, pero destinada a dar al mundo al Rey eterno.
Esto resalta cómo Dios usa lo humilde y lo inesperado para cumplir Sus grandes propósitos. Nos recuerda que la verdadera grandeza no está en la apariencia o el poder humano, sino en el plan divino que trasciende toda lógica. Este versículo nos invita a confiar en que Dios puede obrar maravillas incluso en los lugares más sencillos y en las personas más comunes.