Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.1 Timoteo 6:12.
La vida cristiana no es una pasividad espiritual, es una batalla constante por mantenernos firmes en la fe, aun cuando el mundo empuje en dirección contraria. Pablo nos anima a luchar, pero no con nuestras fuerzas, sino aferrándonos a la vida eterna que ya nos ha sido dada en Cristo. No peleamos por obtenerla, peleamos porque ya la tenemos. Cada decisión, cada prueba, es una oportunidad para demostrar que creemos y confiamos en lo que Dios ha prometido. Así, peleamos con esperanza, no con temor.