Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. Hebreos 8:12
Este versículo nos revela el corazón misericordioso de Dios. En Cristo, no solo perdona nuestras faltas, sino que elige no recordarlas más. Su gracia no es parcial ni condicional; es completa y transformadora. Cuando venimos a Él arrepentidos, somos recibidos con amor, no con condena. Hoy, vive confiando en esa gracia que restaura, limpia y renueva por completo. Dios no te ve por tu pasado, sino por lo que eres en Cristo: perdonado y amado.