Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Ezequiel 36:26.
Este versículo revela el poder transformador de Dios en nuestras vidas. No se trata solo de un cambio exterior, sino de una renovación profunda del corazón. Dios promete quitar el corazón de piedra —frío, duro e insensible— y reemplazarlo con uno de carne, sensible a su voz y dispuesto a obedecer. Es una obra de gracia, no de esfuerzo humano. Cuando permitimos que Dios renueve nuestro interior, nuestras acciones, pensamientos y deseos comienzan a reflejar Su carácter. Esta promesa nos recuerda que siempre hay esperanza de una vida nueva cuando nos rendimos a Él.
