el siempre esta alli

Buscad al Señor y su poder; buscad su rostro continuamente. 1 Cronicas 16:11.

En medio de las luchas diarias, este versículo nos recuerda una verdad poderosa: no estamos solos. Dios nos invita a buscarlo, no solo cuando lo necesitamos, sino siempre. Su poder es nuestro refugio, y su presencia es nuestra paz. Cuando lo buscamos de corazón, Él se deja encontrar, y en Él hallamos la fuerza para seguir adelante. No importa cuán incierto sea el camino, si caminamos con Él, nunca nos faltará dirección ni consuelo.

elige perdonar

Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Marcos 11:25.

El perdón no es solo un acto de obediencia, es un puente hacia la libertad. Jesús nos recuerda que nuestra comunión con Dios está íntimamente ligada a nuestra disposición para perdonar. Guardar rencor endurece el corazón, pero perdonar abre espacio para la gracia. Si anhelamos el perdón de Dios, también debemos extenderlo a otros. Así, nuestras oraciones fluyen desde un corazón limpio y dispuesto a amar como Cristo nos amó. Hoy, elige perdonar. No por lo que otros merecen, sino por lo que tú has recibido.

Dios nunca falla

Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:7

En un mundo lleno de preocupaciones, este versículo es un recordatorio poderoso de que no estamos solos. Dios no solo nos invita a entregarle nuestras cargas, sino que lo hace con la tierna seguridad de que Él cuida de nosotros. Su amor es constante, su atención es personal, y su cuidado es perfecto. Hoy, puedes soltar aquello que te inquieta y confiar plenamente en Aquel que nunca falla.


vere mi bendición

Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,Que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos,Bienaventurado serás, y te irá bien. Salmos 128:1-2

El temor de Dios y la obediencia a sus caminos no son una carga, sino una fuente de bendición. Este pasaje nos recuerda que la verdadera felicidad no está en los logros vacíos ni en el reconocimiento humano, sino en vivir conforme a la voluntad de Dios. Cuando trabajamos con integridad y caminamos en obediencia, Él promete darnos fruto y bienestar. Es una vida sencilla, pero llena de paz, propósito y satisfacción.

Temer a Dios es vivir con reverencia y confianza, sabiendo que sus caminos conducen al bien. Y en ese andar, Él bendice incluso lo más cotidiano: el trabajo de nuestras manos y el sustento diario.