Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. 1 Pedro 4:8
El amor verdadero tiene un poder transformador. Pedro nos recuerda que, por encima de todo, debemos amarnos intensamente, con un amor que no guarda rencor ni resalta errores. Este amor no es superficial, sino ferviente, dispuesto a perdonar y a restaurar. En un mundo marcado por fallas humanas, el amor es el vínculo perfecto que nos ayuda a soportarnos y levantarnos mutuamente. Amar como Cristo nos amó es la forma más poderosa de reflejar su gracia.
