Juan 4:14 “Pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”
Jesús nos ofrece algo que nada en este mundo puede igualar: el agua viva que sacia el alma. Las cosas terrenales pueden calmar nuestra sed por un momento, pero solo Cristo llena el corazón con verdadera paz y propósito. Cuando permitimos que Su presencia habite en nosotros, esa fuente interior fluye constantemente, renovando nuestra fe y dándonos vida abundante, aun en medio del desierto.
Oración:
Señor Jesús, gracias por ser mi fuente inagotable de vida. Llena mi corazón de tu agua viva, y haz que tu Espíritu fluya en mí cada día, para nunca más tener sed fuera de Ti. Amén.
