mi refugio y mi verdad

Salmos 119:11. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. 

Esta verdad nos recuerda que la Palabra de Dios no solo es para ser leída, sino atesorada profundamente en nuestro corazón. Cuando la hacemos parte de nuestra vida, se convierte en una guía y una protección contra el pecado. Guardar Su Palabra es como llevar una lámpara que ilumina nuestro camino, manteniéndonos cerca de Su voluntad. Hoy, hagamos de Su verdad nuestro refugio, permitiendo que transforme nuestras decisiones y fortalezca nuestra relación con Él.