En Génesis 2 vemos a Dios formando al ser humano con sus propias manos y dándole aliento de vida (v. 7). No somos producto del azar, sino creación intencional de un Dios amoroso. Además, Él nos coloca en un entorno diseñado para nuestro bienestar y nos da propósito: cuidar la creación y vivir en comunión con Él.
Este capítulo nos recuerda que nuestra vida tiene valor porque viene de Dios. No estamos aquí por casualidad; fuimos creados con amor y con un propósito divino. Cuando buscamos a Dios y vivimos conforme a Su diseño, encontramos verdadera plenitud