Génesis 3 nos muestra el momento en que el pecado entró en el mundo. Adán y Eva, engañados por la serpiente, desobedecieron a Dios, y la consecuencia fue la separación de su presencia y el inicio del sufrimiento humano.
Pero incluso en medio del juicio, Dios mostró su gracia. En el versículo 15, pronunció la primera profecía mesiánica: la descendencia de la mujer (Jesús) aplastaría la cabeza de la serpiente (Satanás). Desde el principio, Dios ya tenía un plan para restaurarnos.
Esta historia nos recuerda que, aunque el pecado nos aleja, la gracia de Dios nos alcanza. En Cristo, tenemos la redención y la oportunidad de volver a Él. ¿Estás confiando en Su plan de restauración?
