Agar, la sierva de Sarai, se encontró en el desierto, huyendo de su aflicción. En medio de su angustia, el ángel del Señor la encontró y le habló. En ese encuentro, Agar reconoció a Dios como El-Roi, "el Dios que me ve" Génesis 16:13.
Este capítulo nos recuerda que, aun cuando nos sentimos olvidados o en circunstancias difíciles, Dios nos ve. No somos invisibles para Él. Su amor y cuidado nos alcanzan, incluso en el desierto de nuestra vida.
Si hoy enfrentas un momento de soledad o incertidumbre, recuerda: Dios te ve, te escucha y tiene un plan para ti. Confía en Él, porque nunca te abandona.