nos invita a reconocer la soberanía y la majestad de Dios. Dice: "Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado."Salmo 100:3
Este versículo nos recuerda que Dios es nuestro Creador. No somos producto de casualidades ni de nuestras propias obras; somos el resultado del amor y el poder de Dios. Al afirmar que somos "pueblo suyo" y "ovejas de su prado", el salmista destaca nuestra relación especial con Dios. No solo nos creó, sino que también nos cuida, nos guía y nos protege como un pastor lo hace con sus ovejas.
Esta imagen de Dios como pastor subraya su cuidado constante y su provisión en nuestras vidas. En medio de nuestras luchas y desafíos, podemos encontrar consuelo y seguridad al recordar que pertenecemos a Él. No estamos solos; estamos bajo su protección y guía.
Este versículo nos llama a vivir con humildad y gratitud, reconociendo que nuestra vida y nuestro bienestar dependen de Dios. Es una invitación a confiar plenamente en Él, a seguir sus caminos y a descansar en su amor y cuidado.